Sabores de madrugada

Hoy es una más de esas madrugadas en las que ese pequeño monstruo se apodera de mí, el insomnio. Así que no me queda otra cosa que hacer que asomarme a mi ventana para sentarme y fumarme un cigarro mientras pienso en ti ¡Qué raro! , en realidad, lo raro sería que no lo hiciera, pero es que ¡no puedo vivir sin ti! Lo he intentado durante meses pero no puedo, joder, te quiero. ¿Es tan difícil de entender? Parece que para todas esas calles, todos eses objetos y todos esos olores que me recuerdan a ti, sí. Todas esas jodidas cosas solo hacen que esto se complique mucho, que te necesite más. Que necesite tus susurros, tus abrazos, incluso nuestras discusiones, ¡quién lo diría!

Pero no solo eso, sino que ahora no tengo con quien tomar los cafés en solitarias cafeterías del centro de Belgrado, no tengo con quién escaparme por las calles de París, no tengo a mi supuesta alma gemela. No tengo a la persona más importante en mi vida.

Ya nadie me pregunta por ti, ya solo comentan en voz de cobardes: ¿Qué será de su corazón roto? Pero yo les voy a contestar y es que entre todos tus objetos está escondido, esperando a que se calme la tempestad y volver poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Decidido a que hay que empezar de cero, pero no ahora, no, ahora no. Todavía no es el momento, todavía hay nubes que amenazan con una nueva lluvia sobre el horizonte. Mientras tanto, dedicaré mis mil noches y mis quinientos días a pensar en ti, pero intentando dejar poco a poco, como fumar ¡Joder, como me recuerda a ti y al sabor de tus agrietados y carnosos labios!